En su infancia, la doctora Velia Verónica Rangel Ramírez nunca imaginó que su camino la llevaría a la investigación, pero, en algún punto de su carrera, al descubrir su pasión por los virus, encontró en la ciencia su propósito. Hoy, como doctora en Ciencias Biomédicas Básicas e investigadora del Laboratorio de Diagnóstico Clínico Zoosanitario de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), tiene claro que su labor busca mejorar la vida de las personas.
Desde su rol en el laboratorio, perteneciente al Centro de Biociencias, en la Facultad de Agronomía y Veterinaria, la doctora Rangel Ramírez trabaja en proyectos de inmunología, biología y biología molecular. Su labor se centra en el estudio de virus en humanos y animales, así como en la investigación de bacterias. A pesar de que muchos no perciben la importancia de la investigación científica en el día a día, ella sabe que cada avance, por mínimo que parezca, podría llevar a la creación de una nueva vacuna, medicamento o tratamiento en el futuro.
Reveló que, aunque siempre tuvo interés en la química y la biología, fue su padre quien inicialmente la guió hacia el campo de la salud. Se formó como técnico laboratorista, para luego ingresar a Ciencias Químicas. Sin embargo, su verdadera vocación se reveló cuando descubrió la investigación, un campo en el que pudo explorar su amor por la biología y los virus. Gracias al apoyo de mentores como el doctor Daniel Loyola, tuvo la oportunidad de estudiar en institutos de renombre en Montreal y Newcastle, ampliando su conocimiento y reafirmando su pasión por la ciencia.
Uno de los aspectos más importantes de su trabajo es la colaboración con distintas disciplinas. Desde su laboratorio, participa en la detección de patógenos en suelos agrícolas, lo cual ayuda a mejorar la producción de cultivos y, en consecuencia, la calidad de los alimentos. Esta interconexión entre la ciencia y la vida cotidiana refuerza su convicción de que la investigación tiene un impacto tangible en la sociedad.
Como mujer en la ciencia, Rangel Ramírez ha sido testigo del crecimiento de la participación femenina en este campo, aunque reconoce que aún existen desafíos. Muchas científicas enfrentan una doble carga: deben demostrar constantemente su capacidad profesional mientras equilibran responsabilidades familiares, consideró. En un mundo donde aún persisten estereotipos, el reto más grande, explicó, es cambiar la mentalidad de que las mujeres no son lo suficientemente buenas en áreas como la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM). “No es una competencia entre géneros, sino una cuestión de apoyo mutuo”, enfatiza.
A pesar de los obstáculos, la investigadora observa con optimismo el aumento de la presencia femenina en la ciencia, la política y la tecnología y considera que el cambio es posible, pues la clave está en la motivación y el esfuerzo individual. A las niñas y jóvenes que sueñan con ser científicas, les aconseja seguir su pasión sin miedo. “Si amas lo que haces, nunca trabajarás un día en tu vida”, afirma. Para ella, la ciencia es un espacio de creatividad y descubrimiento, donde cada día trae nuevos desafíos y aprendizajes.
Mirando hacia el futuro, la investigadora espera continuar en el laboratorio, viajar y continuar con su aportación al conocimiento científico. Pese a que no siempre es fácil acceder a oportunidades, está convencida de que la perseverancia y el trabajo duro pueden abrir puertas en cualquier parte del mundo. Su historia es testimonio de que, independientemente del origen o las circunstancias, cualquier niña puede llegar a ser científica si encuentra su pasión y lucha por ella.